¿Qué función puede tener nuestra voz más crítica?

¿Qué función puede tener nuestra voz más crítica?

La perfección no existe y por ello todos somos vulnerables.

Pero la vulnerabilidad duele…

Por otro lado, también  vivimos en un contexto donde nos enseñan que el dolor es un fracaso.

Son por estas razones,  que al final aprendemos muchos mecanismos para anestesiarnos. Uno de ellos es la voz crítica. Si somos perfectos no tendremos vulnerabilidades, por lo tanto fallos y por lo tanto emociones difíciles. Eso nos lleva a querer ser minuciosos, controladores y en definitiva perfeccionistas. La culpa o la voz crítica es una forma de tratar de conseguir todo esto. Pero lo cierto, es que no solo no consigue evitar que dejemos de ser vulnerables, sino que además, le añade otras emociones tan difíciles como son la vergüenza de ser quien somos. No querías sopa (sufrir) pues toma, ¡¡¡dos tazas!!! La vergüenza y la vulnerabilidad.

La autocompasión,  es la capacidad de acompañarnos en el sufrimiento, no para dejar de sufrir, sino precisamente porque estamos sufriendo. En vez de poner el foco en eliminar nuestra vulnerabilidad, vamos a poner el foco en abrazarla, como parte de lo  que somos y aprender a sostener las emociones difíciles que de ello se vayan a desprender.

 

 

 

 

GESTIÓN EMOCIONAL DEL CORONAVIRUS. PAUTAS III: desarrollando autocompasión y resilencia

GESTIÓN EMOCIONAL DEL CORONAVIRUS. PAUTAS III: desarrollando autocompasión y resilencia

En los anteriores post os he tratado de ir dando las pautas principales para gestionar la incertidumbre a la que nos enfrenta  la crisis por Coronavirus, siendo estas una parte muy importante de la gestión emocional en estas circunstancias. Hoy termino con esta serie de pautas, hablando de otro aspecto que para mí es esencial también en dicha gestión emocional. Estoy hablando de la posibilidad de desarrollar o aprender a aplicar la autocompasión en esta situación vital que estamos atravesando.

Acompañándonos desde la autocompasión

  • Es importante acompañarte emocionalmente en este viaje. No estamos acostumbrados a escuchar nuestras necesidades y nuestras emociones. Esta es una gran oportunidad. Hazte la pregunta: ¿Cómo me siento en estos momentos? ¿Dónde lo siento en el cuerpo? Esto debe ser…etiquétalo: esto es miedo, pena y tristeza, rabia, aburrimiento, impotencia….. Es muy importante que sepamos nombrar a nuestras  emociones, eso nos ayuda a acotarlas y entendernos. También a saber qué necesitamos. Compartamos esa emoción, ponerla en palabras es ayudarnos a reprocesar lo que está ocurriendo y nos da la posibilidad de sentirnos validados y apoyados por aquellos que nos quieren. Si no tienes la posibilidad de compartirlo con alguien o no te sientes capaz, no dejes de hacerlo igualmente. Escribe una carta a la persona que crees te pudiera ayudar, aunque en estos momentos no esté presente o escríbela a ti mismo. Ofrécete esa validación y esas palabras de apoyo incondicional.
  • Y sin duda y a pesar de todo, tendrás algún día o momento malo, donde todas estas pautas que ido dando para tratar de sobrellevar la incertidumbre de la situación no habrán podido ser, tu piloto automático, tu cerebro primitivo se habrá podido apoderar de tí. !!Permítetelo¡¡ Somos humanos y no robots. Erramos y aprendemos. Ensayamos y mejoramos. Nos desestabilizamos y recuperamos el equilibrio. Yo no soy mis errores, ni mi descontrol, ni estoy abocada a ello. No hagamos razonamientos emocionales (como siento que soy mala, lo soy) Diferenciemos el todo y la parte y permitamos los días o momentos malos, démosle también espacio derecho a existir y solo apoyémonos en esos momentos, sabiendo que la tormenta pasará y mañana o en un rato podré reconducirlo.
  • ¡Ajusta expectativas en tus objetivos¡ La situación ha cambiado, no puedes exigirte lo mismo de siempre. Hay muchas cosas que costarán más o no saldrán como quiero o espero. Tus hijos podrán estar más rebeldes o intranquilos por momentos, tú tendrás menos paciencia por momentos, quizás no les apoyes en los estudios con la neutralidad con la que lo hace un profesor, quizás no juegues o estés tan presente como ellos necesitan o esperan. En el trabajo quizás no rindas o te concentres tanto como cuando no tienes un niño por ahí pululando o como cuando simplemente estás en tu lugar de trabajo… Cuando tomes conciencia de tus limitaciones dentro de esta situación, como hemos hablado, reconoce la emoción y trata de acompañarte en ella. No se trata de conseguir que esto no te afecte, se trata de poder apoyarte en la emoción que te provoca. En vez de castigarte y exigirte para acabar con la emoción de frustración o miedo, prueba a permitir que sea así y cuidarte emocionalmente en eso a lo que no estás llegando.
  •  Plantéate para que quieres que te sirva esta experiencia vital. Trata de definir un propósito a la hora de atravesar esta situación de aislamiento. Visualízate un año después de esta crisis sanitaria física y psicológica…¿Qué te gustaría decirte en ese momento? !aquellos días fueron duros, sin duda¡ pero lo cierto es que me descubrieron… gracias a ellos este año he aprendido a… en aquella época pude darme cuenta  y comenzar a desarrollar… Tratar de alinear nuestras experiencias a nuestros valores vitales es una parte fundamental de la autocompasión. Dar significado a las cosas es una parte fundamental de la resiliencia. Tener dicho propósito nos ayudará a pasar los días malos. Sé que hoy estoy más bajita, pero también sé que todo esto me llevará a ….
  • Céntrate en el aquí y en el ahora. Es una manera de reconducir y gestionar la incertidumbre. Desde la certeza de que trataremos siempre de estar lo mejor posible con lo que haya, con lo que nos toque vivir. Cambiemos el chip por querer estar bien, en un estado de seguridad y certeza, cosa que es imposible, por nuestra determinación de !!!estar lo mejor posible con lo que haya¡¡¡

Esta es una gran oportunidad para activar nuestras habilidades de resiliencia, para salir reforzados de una situación de crisis. Todos tenemos mucho que aprender sobre la vida y nosotros mismos en este tipo de situaciones. Las lecciones a veces tienen su precio y coste pero el conocimiento adquirido es impagable. Conocernos más, encauzar nuestras vidas hacia donde queremos es un regalo (frase tomada de mi compañera en Álava Reyes: Mónica Poblador).

 

Gestión emocional del coronavirus II: contextualizando la amenaza…

Gestión emocional del coronavirus II: contextualizando la amenaza…

Siguiendo con mi historia, cuando desde la serenidad (que no complacencia) que me otorgó el abandono de la lucha asumí que tocaba hacer cambios, comenzé a buscar soluciones a la logística que antes ni se me habían revelado como posibles, el pensamiento creativo en el modo lucha, está totalmente bloqueado y sesgado hacia el NO PUEDO O NO ES POSIBLE (en realidad ¡no quiero esto¡). Entonces también empecé a buscar una información fiable y a poder ser, no redundante.

Comencé hacerme una idea de en qué consistía la verdadera amenaza del coronavirus y de cuál iba a ser el escenario previsible a medio plazo con el Covid 19. El mismo miércoles, antes de que se tomaran muchas medidas que después se han ido implementando hasta llegar al día de hoy, en el que estamos en estado de alarma, pensé que todos los compromisos que tenía se iban a ir cayendo uno tras otro y sin que yo tuviera que hacer nada, las cosas van cayendo por su propio peso… También pensé, que probablemente más tarde que temprano, íbamos a tener que quedarnos todos en casa y el tema de la logística dejaría de ser un problema en sí mismo, y que quizás para mayo todavía no habríamos terminado de normalizar la situación, es decir que venía para largo la amenaza, también pensé que era probable que alguno de mi círculo cercano o yo misma, pasaramos por enfermar del coronavirus y que así mismo nos recuperáramos.  Pensé en la posibilidad, que no en la probabilidad, al menos en mi caso, que alguno de este círculo cercano pudiera morir por este virus, y después lo dejé estar sin resolver, pues no es posible, pero sin darle mayor atención tampoco, al considerarlo solo una posibilidad y pensar que sólo si se hiciera más probable retomaría dicha preocupación.

No soy para nada vidente, pero cuando te encuentras en disposición de poder afrontar consecuencias, estas se revelan en su justa medida, ni más, ni menos….

¿Por qué muchas personas que veo o me cuentan siguen en estado de negación, aún con el estado de alarma o por el contrario, están muy alarmadxs, incluso, muchxs en pánico?

Esto tiene que ver con dos conceptos importantes, común a todos los humanos y presentes en nuestra vida y sobre todo en procesos de cambio como es este, que nos saca totalmente de nuestra cotidianidad en muchos sentidos

  1. La  percepción de control
  2. La incertidumbre

Antes de hablar sobre cómo funcionan estos conceptos y como tratar de gestionarlos haré un pequeño preámbulo para que también los entendamos desde nuestra perspectiva actual.

Vivimos en el siglo XXI, un siglo que ha nacido y sigue impulsando una alta y a veces falsa percepción de control.

La humanidad se ha dedicado durante siglos sólo a sobrevivir. Los  peligros y amenazas eran la norma y el sistema del que os hablaba en el primer post de esta serie, sobre la huida o enfrentamiento (la respuesta de miedo) ante las amenazas, nos ha ayudado a la especie a ser capaces de detectar esos múltiples peligros e ir cada vez, buscando más formas de neutralizarlos y/o defendernos de ellos.  Hasta llegar a nuestros días, cuyo control en la gestión de esas amenazas, nunca fue soñado ni por un cavernícola, medievo, ni ilustrado siquiera…

Pero es que ni para el hombre  del siglo XX, la muerte y la enfermedad representaba lo mismo que hoy , ni se vivía de la misma manera…  Los abuelos o bisabuelos de muchos de nosotrxs vivían con relativa normalidad  que sus bebés no pudieran nacer, o nacieran con problemas, o la madre tampoco saliera adelante, o si lo hacían, que alguno de los hijos se quedará en el camino o si salían adelante cualquier enfermedad pudiera hacer que con 20, 30, 4o o 50 murieran o quedaran muy condicionados por dicha enfermedad.  Sentían la tristeza como cualquiera de nosotrxs a día de hoy sentimos si perdemos a un ser querido, pero aceptaban como probable perder un hijo o un ser querido y asumían su propia mortalidad, sabiendo que en cualquier momento podían morir por causas incontrolables…

Hoy en día, muchas embarazadas no se plantean como posibilidad que su bebé quizás pueda no superar el primer trimestre o desde luego, no vivimos como  “normal” que un niño o joven 30, 40 o incluso 50 años muera por enfermedad…

Consideramos que es anormal, del todo inesperable y  una injusticia, un error el que la medicina no haya sabido o podido parar ese proceso, etc. Sentimos que tenemos derecho a vivir hasta los 90 en la cama, que es la única muerte que tendemos asumir más como normal y natural….

No queremos ni oír hablar de la muerte y de cuando nos moriremos, e incluso de la enfermedad (que sin duda, más tarde o más temprano, también aparecerá)

Todo ello hace que nos sintamos falsamente inmortales, inmunes y con la realidad bajo control.

Cuando la realidad nos azota con ejemplos de lo contrario: desastres naturales, cambio climático, enfermedades nuevas y algunas de ellas virales  y a su vez también incontrolables como es el caso presente, quedamos emocionalmente desmantelados.  No estamos acostumbrados y habituados a tener que lidiar con este nivel de incertidumbre y percepción de descontrol… Nos sentimos totalmente VULNERABLES y solo una solución es posible. Todos damos por hecho que controlaremos el virus y todo acabará y solo cuando eso llegue, podremos volver a la sensación de control total de nuevo, de estar a salvo, sanos y seguros…

Hasta este punto ha llegado nuestro nivel de control, hasta llegar a dar por hecho que esto ocurrirá, y además, lo cierto es que ocurrirá…

Pero si os dais cuenta, en la actualidad, solo sabemos regularnos en la ausencia de amenaza o miedo…eso en realidad, nos está haciendo más frágiles que nunca frente al dolor emocional y por ello cada vez que sucede una situación de crisis las respuestas pueden ser muy intensas y extremas.

En el próximo post os explicaré el impacto que este tipo de situaciones que nos enfrentan al cambio, que nos conectan con la sensación de descontrol e incertidumbre, tienen sobre nosotros. Cómo operan estas emociones y que tendemos a hacer para restaurar la calma y como eso, lejos de conseguir calmarnos, al contrario, nos condiciona más, y por tanto, cuál sería el camino a seguir.

Quiero deciros que todo esto que explicaré, nos ocurre a todos los hombres desde que somos hombres, nuestro cerebro funciona así, con toda esta información previa de este post, solo quería contextualizar como lo que vamos a ver en la actualidad hace que lo que explicaré todavía se de en mayor intensidad.

Quiero decir con esto, que es normal que todos sintamos estos días un estado de alerta y cierta preocupación por frentes varios que nos abre esta situación, pero son muchos los que esa cierta preocupación e incomodidad la están viviendo como algo desbordante por completo… y esto, entre otros factores ya individuales, tiene que ver con nuestro empobrecimiento a la hora de saber manejar las situaciones de descontrol e incertidumbre. Nuestro umbral de tolerancia a estas emociones es considerablemente menor de lo que lo ha sido nunca…

¿Qué es Mindfulness y Autocompasión?

¿Qué es Mindfulness y Autocompasión?

 

El mindfulness tiene como propósito principal el que podamos ser capaces de dirigir nuestra atención al presente. Pero no de cualquier manera. Y este es el gran matiz que no todo el mundo es capaz de reconocer.

Lo verdaderamente importante es prestar atención al presente !!!sin juzgarlo¡¡¡

¿Qué significa esto?

Como desde la terapia cognitiva decimos, todas las emociones tienen cabida y son humanas. Unas pueden ser obviamente más agradables que otras… pero no por ello, vamos a no tener que experimentarlas.

Algunas emociones, no obstante,  en contra de esta evidencia tendemos a juzgarlas e etiquetarlas como indeseables y propias de personas menos bondadosas, capaces, fuertes, etc.

¿Cúales?

Pues la envidia, la rabia, la tristeza, la vulnerabilidad, etc…

Nos etiquetamos como personas poco dignas y por ello provocamos otra emoción estrella en el clan de las rechazadas: la VERGÜENZA.

Si bien es cierto, que estas emociones nos hacen sufrir y por ello no nos gusta experimentarlas, ¿alguien me puede nombrar un solo ser humano que no haya sentido nunca alguna de estas emociones?

Desde luego yo he sentido muchas veces todas y cada una de estas emociones.

Es importante identificar lo que está sucediendo en el momento presente, pero sin juzgarlo como bueno o malo, como lo que debería de estar sucediendo o más bien lo contrario.

La realidad es como es y no como nos gustaría…

Esta es una premisa a priori muy obvia, pero nada fácil de interiorizar emocionalmente.

¿Por qué? Porque nos peleamos como fieras, con la realidad, con nosotros y nuestras emociones, con nuestro contenido mental, queriendo que no sea el que es… !!pero ES¡¡

 

Dicho esto, el mindfulness da un paso más. No solo se trata de tomar conciencia y no juzgar lo que está sucediendo dentro y fuera de nosotros mismos. El paso siguiente y para mi fundamental, es aprender a tratarnos y recogernos con una actitud amable, en eso que esté sucediendo en el presente, que como decía, no es ni bueno, ni malo, es solo lo que hay, pero que a veces nos hace sufrir.

Y de nuevo, ¿esto qué quiere decir?

Que el sufrimiento no es un accidente, no es algo que tengamos que evitar a toda costa o sino sentirnos infelices o fracasados. Recordemos que vivir implica sentir todo tipo de emociones.

La felicidad no es alcanzar el estatus de bienestar placentero permanente.

El objetivo es aprender a saber relacionarnos desde la amabilidad con el dolor, con el sufrimiento.

Esta es la autocompasión, que sin duda, nos llevará a relacionarnos con el resto del  mundo desde una verdadera actitud compasiva.

Cuando estamos en el presente y este se aleja de nuestros deseos, esto no está ni bien, ni mal. Esto simplemente, puede ser doloroso. Y es en este momento, cuando podemos desarrollar  una habilidad esencial para saber qué hacer con ese dolor, para saber gestionarlo,  sostenerlo, conducirlo y a veces transformarlo.

Así que, !!os lanzo esta reflexión¡¡

¿Aspiráis a que la vida sea como queréis? ¿Aspiráis a sentiros siempre bien? ¿Lo conseguís? ¿Qué os sucede cuando no lo conseguís?

¿No os parece más razonable aprender a gestionaros, consolaros, sosteneros cuando el dolor aparezca en vuestras vidas?

¿Queréis a vuestro lado amigos y seres queridos que os lleven siempre a vivir momentos intensos de felicidad o queréis a personas que os lleven a tener esos momentos, pero también os permitan sentiros mal frente a ciertos acontecimientos y desde la comprensión, paciencia y amor os apoyen en esos momentos?

Entonces ¿Cómo queréis que sea la relación con vosotros mism@s?

 

¿Qué encierra este dolor para mí?

¿Qué encierra este dolor para mí?

“Una infelicidad no es nunca maravillosa. Es un fango helado, un lodo negro, una escara de dolor que nos obliga a hacer una elección: someternos o superarlo. La resiliencia define el resorte de aquellos que, luego de recibir el golpe, pudieron superarlo”.

Hoy quiero reflexionar sobre esta capacidad que tenemos los seres humanos frente a la adversidad.

Es una respuesta humana frente a la pérdida de una relación, de un ser querido, de una meta vital importante o el dolor por el rechazo, por el fracaso, etc. tener una reacción de dolor, enfado y negación, llevándonos a preguntas de ¿por qué a mí? o a enjuiciarnos como personas “inadecuadas” “insuficientes” o “indignas”…

Sí, es humano y a todos nos pasa en alguna medida, y sobre todo como primera respuesta emocional, pero a veces se nos olvida que la vida no es ni un regalo, ni una fiesta, ni un viaje cómodo sin baches ni curvas, ni altibajos.

Vivimos en una era donde desafiamos la idea de la mortalidad, morir es injusto e inusual si no se produce en la década de los 90 de forma apacible con los sueños realizados.

Vivimos en una era donde el que no es feliz es porque no quiere, tenemos libertad y si no podemos luchar por ella; tenemos oportunidades y si no podemos luchar por ellas…

Podría hacer una lista interminable de la cantidad de cosas y aspectos que hemos cambiado en nuestra percepción de la vida en los últimos, aproximadamente 40 años, frente a milenios de existencia.

Ya no sobrevivimos, eso ya no es suficiente. Nuestros antepasados y abuelos trataban de no ser infelices con toda la dureza de la vida y ahora el no ser feliz con todo lo que podemos aspirar y controlar en esta vida, es la nueva infelicidad.

Es muy cruel, pero es así.

Cuanto más creemos que controlamos, que más poder tenemos sobre los acontecimientos, menos toleramos que cosas desagradables nos sucedan.

Nos cuestionamos ¿por qué somos así?, ¿por qué tenemos que sobrellevar y vivir con ciertas dificultades, limitaciones o incluso “taras”?, ¿ por qué no podemos tener el cuerpo que queramos, por qué tenemos que envejecer?, ¿por qué no podemos ser lxs mejores en nuestro trabajo, pero sin renunciar a otras metas vitales como la crianza?, ¿por qué yo si quiero no puedo ser madre/padre?, ¿por qué he tenido que perder a este ser querido sino había llegado a la última etapa de su vida y yo aún le necesitaba?, !!¿por qué tengo dificultades?¡¡ ¿por qué esta persona me rechaza?, ¿por qué yo no soy capaz de hacer que me quiera?…etc., etc.

Todos estos porqués encierran un mismo dilema,

¿ por qué no puedo controlar que las cosas sean como quiero y por qué tengo que sufrir?

Todos estos porqués no me llevan a aceptar las cosas como son, no me llevan a atravesar el dolor y aprender de él, me peleo, pero no crezco, me quedo atrapada en la insatisfacción, en el auto rechazo, en el enfado crónico…

Todo esto no es más que enjuiciamiento,

las cosas no son buenas o malas

Las cosas son, suceden¡¡

No siempre está en mis manos que no sea así…

¿Entonces no hay libre albedrío ni responsabilidad?

!Si la hay¡

La actitud de lidiar con las cosas como son, es MI responsabilidad

A veces duelen,

Mucho

Pero quizás la clave no está en pelearme con ese dolor…

Está en aprender a apoyarse en el dolor, aprender a ser bondadosos con uno mismo.

Cuanto sufro…

Pero ¿QUÉ HAY AQUÍ PARA MI?

Esta creo que es la mejor de las preguntas que nos podemos hacer ante una experiencia dolorosa, ante nuestro propio dolor…¿qué me dice, qué me cuenta este dolor, qué me va a hacer valorar, aprender, qué lección me va a enseñar…?.

 

El Don y el Coraje de las emociones

El Don y el Coraje de las emociones

La psicóloga Susan David nos expone en estos escasos 17 minutos las siguientes ideas centrales:

  • La belleza de la vida es inseparable de su fragilidad: somos jóvenes hasta que no lo somos, caminamos de manera  sexy por las calles hasta que nos damos cuenta que somos invisibles, estamos sanos hasta que un diagnóstico nos doblega. Lo único cierto es la incertidumbre.
  • Un tercio, ¡un tercio¡, de una muestra de 70.000 personas se juzgaban así mismos por tener “malas emociones”
  • A los niños fracasamos en ayudarlos precipitándoles a soluciones para no tener emociones naturales y normales que ahora vemos como buenas o como malas, pero que son intrínsecamente buenas porque nos aportan mucha información.
  • Ser positivo se ha convertido en una nueva forma de rectitud moral¡¡
  • Es una tiranía de la positividad’¡¡ Es cruel, malvada e ineficaz nos lo hacemos a nosotros  y a los demás…
  • Los psicólogos sabemos y transmitimos que las emociones que se niegan se hacen más fuertes . Tu piensas que las controlas pero ellas te controlarán, el dolor interno siempre saldrá a la luz
  • Cientos de personas me han dicho que no quieren sentir, dicen cosas como: “No quiero intentarlo porque no quiero sentirme decepcionada” o “quiero que este sentimiento desaparezca” “Entiendo” les digo, “pero usted tiene metas de una persona muerta” Solo a las personas muertas no les molestan sus emociones indeseables, solo los muertos se estresan, se les rompe el corazón, no experimentan la decepción que viene del fracaso…
  • Las emociones indeseables forman parte del contrato con la vida, la aflicción es la tarifa de entrada a una vida significativa

Sin mencionar la palabra compasión, Susan David nos da una espléndida definición de la misma.

Cuando nos permitimos sentir, conseguimos no identificarnos con la emoción, sólo entender qué información nos aporta esa emoción sobre nosotr@s mism@s, y entonces….nos conseguimos ver¡¡¡ Nos entendemos y conseguimos encontrar nuestro camino, saber hacia donde dirigirnos.

Al escucharnos de verdad, sin juicios y sosteniendo todo el miedo que supone permitir sentir, conseguimos descubrir nuestros verdaderos valores¡¡¡ El coraje de sentir, la valentía de sentir nos lleva a poder vernos y guiarnos más allá del miedo y la necesidad de ser amados a cualquier precio y esto a la vez, nos lleva a poder ver y conectar con los otros de una manera mucho más genuina. La conexión con uno mismo y con los demás nace de la aceptación radical de las emociones.

 

 

 

 

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies