“Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia” Reinhold Niebuhr
Un alto porcentaje de las problemáticas que trabajo en consulta tienen su origen en negarse a aceptar variables que escapan totalmente a nuestro control.
Vivimos un momento social que nos mandan mensajes continuos haciéndonos creer que la realidad se puede modelar a nuestro antojo y podemos DECIDIR cuál es la forma en la que queremos ser felices.
Bien prontito hacemos una carta de deseos, que convertimos en necesidades para alcanzar dicha felicidad y nos pasamos el resto de nuestras vidas comparando nuestra realidad con el listado de esa carta ( no quiero morir jóven, no quiero enfermar, no quiero perder seres queridos, quiero tener pareja y familia pero sin renunciar a nada, no quiero envejecer, quiero tener compañeros de trabajo, quiero una pareja que me quiera y por tanto no haga nada que me moleste, jefes y familia política con los que poder establecer relaciones afectivas y positivas, quiero triunfar pero sin renunciar a criar y disfrutar de mis hijos, quiero hijos sin problemas y totalmente felices, quiero comer, ir a todos lados en coche y tener un cuerpo 10¡….). El resultado de tal comparación suele dar un resultado deficitario. Y aquí viene el enfado y frustración con los demás, con la vida o con uno mismo, porque sino me enfado, entonces !estoy aceptando algo que no me conduce directamente a la felicidad que yo había planificado¡ y por tanto, estoy eligiendo no ser feliz, !!en que cabeza cabe hacer ese tipo de elección¡¡ !!Yo quiero ser feliz¡¡
¿Pero, confundir la motivación y el esfuerzo en mejorar nuestras circunstancias que realmente puedan ser mejorables, con la capacidad para no permitir que ciertas cosas que no dependen de mí realmente, ocurran o sean así, me va a llevar realmente a la felicidad?