Gestión emocional del coronavirus II: contextualizando la amenaza…

Gestión emocional del coronavirus II: contextualizando la amenaza…

Siguiendo con mi historia, cuando desde la serenidad (que no complacencia) que me otorgó el abandono de la lucha asumí que tocaba hacer cambios, comenzé a buscar soluciones a la logística que antes ni se me habían revelado como posibles, el pensamiento creativo en el modo lucha, está totalmente bloqueado y sesgado hacia el NO PUEDO O NO ES POSIBLE (en realidad ¡no quiero esto¡). Entonces también empecé a buscar una información fiable y a poder ser, no redundante.

Comencé hacerme una idea de en qué consistía la verdadera amenaza del coronavirus y de cuál iba a ser el escenario previsible a medio plazo con el Covid 19. El mismo miércoles, antes de que se tomaran muchas medidas que después se han ido implementando hasta llegar al día de hoy, en el que estamos en estado de alarma, pensé que todos los compromisos que tenía se iban a ir cayendo uno tras otro y sin que yo tuviera que hacer nada, las cosas van cayendo por su propio peso… También pensé, que probablemente más tarde que temprano, íbamos a tener que quedarnos todos en casa y el tema de la logística dejaría de ser un problema en sí mismo, y que quizás para mayo todavía no habríamos terminado de normalizar la situación, es decir que venía para largo la amenaza, también pensé que era probable que alguno de mi círculo cercano o yo misma, pasaramos por enfermar del coronavirus y que así mismo nos recuperáramos.  Pensé en la posibilidad, que no en la probabilidad, al menos en mi caso, que alguno de este círculo cercano pudiera morir por este virus, y después lo dejé estar sin resolver, pues no es posible, pero sin darle mayor atención tampoco, al considerarlo solo una posibilidad y pensar que sólo si se hiciera más probable retomaría dicha preocupación.

No soy para nada vidente, pero cuando te encuentras en disposición de poder afrontar consecuencias, estas se revelan en su justa medida, ni más, ni menos….

¿Por qué muchas personas que veo o me cuentan siguen en estado de negación, aún con el estado de alarma o por el contrario, están muy alarmadxs, incluso, muchxs en pánico?

Esto tiene que ver con dos conceptos importantes, común a todos los humanos y presentes en nuestra vida y sobre todo en procesos de cambio como es este, que nos saca totalmente de nuestra cotidianidad en muchos sentidos

  1. La  percepción de control
  2. La incertidumbre

Antes de hablar sobre cómo funcionan estos conceptos y como tratar de gestionarlos haré un pequeño preámbulo para que también los entendamos desde nuestra perspectiva actual.

Vivimos en el siglo XXI, un siglo que ha nacido y sigue impulsando una alta y a veces falsa percepción de control.

La humanidad se ha dedicado durante siglos sólo a sobrevivir. Los  peligros y amenazas eran la norma y el sistema del que os hablaba en el primer post de esta serie, sobre la huida o enfrentamiento (la respuesta de miedo) ante las amenazas, nos ha ayudado a la especie a ser capaces de detectar esos múltiples peligros e ir cada vez, buscando más formas de neutralizarlos y/o defendernos de ellos.  Hasta llegar a nuestros días, cuyo control en la gestión de esas amenazas, nunca fue soñado ni por un cavernícola, medievo, ni ilustrado siquiera…

Pero es que ni para el hombre  del siglo XX, la muerte y la enfermedad representaba lo mismo que hoy , ni se vivía de la misma manera…  Los abuelos o bisabuelos de muchos de nosotrxs vivían con relativa normalidad  que sus bebés no pudieran nacer, o nacieran con problemas, o la madre tampoco saliera adelante, o si lo hacían, que alguno de los hijos se quedará en el camino o si salían adelante cualquier enfermedad pudiera hacer que con 20, 30, 4o o 50 murieran o quedaran muy condicionados por dicha enfermedad.  Sentían la tristeza como cualquiera de nosotrxs a día de hoy sentimos si perdemos a un ser querido, pero aceptaban como probable perder un hijo o un ser querido y asumían su propia mortalidad, sabiendo que en cualquier momento podían morir por causas incontrolables…

Hoy en día, muchas embarazadas no se plantean como posibilidad que su bebé quizás pueda no superar el primer trimestre o desde luego, no vivimos como  “normal” que un niño o joven 30, 40 o incluso 50 años muera por enfermedad…

Consideramos que es anormal, del todo inesperable y  una injusticia, un error el que la medicina no haya sabido o podido parar ese proceso, etc. Sentimos que tenemos derecho a vivir hasta los 90 en la cama, que es la única muerte que tendemos asumir más como normal y natural….

No queremos ni oír hablar de la muerte y de cuando nos moriremos, e incluso de la enfermedad (que sin duda, más tarde o más temprano, también aparecerá)

Todo ello hace que nos sintamos falsamente inmortales, inmunes y con la realidad bajo control.

Cuando la realidad nos azota con ejemplos de lo contrario: desastres naturales, cambio climático, enfermedades nuevas y algunas de ellas virales  y a su vez también incontrolables como es el caso presente, quedamos emocionalmente desmantelados.  No estamos acostumbrados y habituados a tener que lidiar con este nivel de incertidumbre y percepción de descontrol… Nos sentimos totalmente VULNERABLES y solo una solución es posible. Todos damos por hecho que controlaremos el virus y todo acabará y solo cuando eso llegue, podremos volver a la sensación de control total de nuevo, de estar a salvo, sanos y seguros…

Hasta este punto ha llegado nuestro nivel de control, hasta llegar a dar por hecho que esto ocurrirá, y además, lo cierto es que ocurrirá…

Pero si os dais cuenta, en la actualidad, solo sabemos regularnos en la ausencia de amenaza o miedo…eso en realidad, nos está haciendo más frágiles que nunca frente al dolor emocional y por ello cada vez que sucede una situación de crisis las respuestas pueden ser muy intensas y extremas.

En el próximo post os explicaré el impacto que este tipo de situaciones que nos enfrentan al cambio, que nos conectan con la sensación de descontrol e incertidumbre, tienen sobre nosotros. Cómo operan estas emociones y que tendemos a hacer para restaurar la calma y como eso, lejos de conseguir calmarnos, al contrario, nos condiciona más, y por tanto, cuál sería el camino a seguir.

Quiero deciros que todo esto que explicaré, nos ocurre a todos los hombres desde que somos hombres, nuestro cerebro funciona así, con toda esta información previa de este post, solo quería contextualizar como lo que vamos a ver en la actualidad hace que lo que explicaré todavía se de en mayor intensidad.

Quiero decir con esto, que es normal que todos sintamos estos días un estado de alerta y cierta preocupación por frentes varios que nos abre esta situación, pero son muchos los que esa cierta preocupación e incomodidad la están viviendo como algo desbordante por completo… y esto, entre otros factores ya individuales, tiene que ver con nuestro empobrecimiento a la hora de saber manejar las situaciones de descontrol e incertidumbre. Nuestro umbral de tolerancia a estas emociones es considerablemente menor de lo que lo ha sido nunca…

GESTIÓN EMOCIONAL DEL CORONAVIRUS I: pasando de la evitación al afrontamiento de la amenaza

GESTIÓN EMOCIONAL DEL CORONAVIRUS I: pasando de la evitación al afrontamiento de la amenaza

 Toda situación amenazante conlleva un proceso y forma de gestionarlo.

Estamos preparados para enfrentarnos o huir ante las amenazas. Esta es la respuesta del miedo que incorporaron nuestros antecesores mamíferos para gestionar los peligros.

Por ello, muchos de nosotros, yo incluida, pasamos por una etapa de negación. El virus y su amenaza era algo lejano, primero geográficamente y después en cuanto a su repercusión y efectos en nuestra vida social y personal.
Esta negación acerca de una amenaza, en muchas ocasiones nos protege. No podemos traer a primer plano, ni ponderar todos los peligros potenciales existentes. Sería algo paralizante.
No obstante, el lunes 9 de marzo se tomó la decisión de suspender la asistencia de todo el alumnado a sus centros correspondientes. Yo viví esa decisión como un mazazo. Di un golpe en la mesa pensando ¿cómo es posible que esa amenaza lejana vaya alterar toda mi “normalidad”?.
Comencé a estar en “lucha”, a resistirme a las opciones que esto me planteaba… No quería asumir el riesgo de traer a mi madre de 79 años para que cuidara de mis dos hijas, pero tampoco quería alterar en nada mi trabajo, ni nuestra rutina, tanto de mi marido como la mía. Esa lucha mental, me trajo ansiedad con su correspondiente nudo en el estómago y tensión…pero el miércoles se acercaba y tocaba decidir…
Entonces, pude tomar conciencia de mi bloqueo y desde ahí de la lucha que mantenía con la realidad… Tome conciencia de que el covid19 estaba para quedarse y alterarnos la vida, no era negociable aunque me frustrara. Hace un día, era una amenaza lejana, pero hoy ya no lo era. No podía seguir negando su impacto y trascendencia.
Al abandonar la lucha me fue más fácil decidir qué coste quería asumir. Rectifico, más bien, que conte No quería asumir. Por eso, me quedó claro que me tocaría hacer renuncias en mi comodidad de lo cotidiano y por supuesto en mi trabajo. No quería decidirlo, me frustraba, me sacaba de mi rutina, confort y seguridad. Pero tocaba decidirlo y convivir con ello, de lo contrario seguiría en la lucha y toda su angustia.
Una vez que abandonamos la lucha y por tanto abandonamos la negación y asumimos el peligro, el miedo a la consecuencia temida, el riesgo y la incertidumbre que todo ello conlleva, podemos comenzar la respuesta de enfrentamiento. Pero este enfrentamiento se puede dar de dos maneras bien distintas por sus repercusiones emocionales.
1. Podemos seguir dejando el control a nuestro cerebro primitivo, entrando en un estado de alarma o pánico o
2. Podemos autorregularnos haciendo uso de nuestro cerebro más reciente, la parte prefrontal en nuestro neocórtex.
¿Y tú? ¿Sigues en negación? ¿Quizás en lucha? ¿O has entrado en pánico? Ojalá puedas estar, más bien, autorregulándote ante la situación de amenaza presente.
Si no es así, en el siguiente post daré las claves para ello!
¿Qué es Mindfulness y Autocompasión?

¿Qué es Mindfulness y Autocompasión?

 

El mindfulness tiene como propósito principal el que podamos ser capaces de dirigir nuestra atención al presente. Pero no de cualquier manera. Y este es el gran matiz que no todo el mundo es capaz de reconocer.

Lo verdaderamente importante es prestar atención al presente !!!sin juzgarlo¡¡¡

¿Qué significa esto?

Como desde la terapia cognitiva decimos, todas las emociones tienen cabida y son humanas. Unas pueden ser obviamente más agradables que otras… pero no por ello, vamos a no tener que experimentarlas.

Algunas emociones, no obstante,  en contra de esta evidencia tendemos a juzgarlas e etiquetarlas como indeseables y propias de personas menos bondadosas, capaces, fuertes, etc.

¿Cúales?

Pues la envidia, la rabia, la tristeza, la vulnerabilidad, etc…

Nos etiquetamos como personas poco dignas y por ello provocamos otra emoción estrella en el clan de las rechazadas: la VERGÜENZA.

Si bien es cierto, que estas emociones nos hacen sufrir y por ello no nos gusta experimentarlas, ¿alguien me puede nombrar un solo ser humano que no haya sentido nunca alguna de estas emociones?

Desde luego yo he sentido muchas veces todas y cada una de estas emociones.

Es importante identificar lo que está sucediendo en el momento presente, pero sin juzgarlo como bueno o malo, como lo que debería de estar sucediendo o más bien lo contrario.

La realidad es como es y no como nos gustaría…

Esta es una premisa a priori muy obvia, pero nada fácil de interiorizar emocionalmente.

¿Por qué? Porque nos peleamos como fieras, con la realidad, con nosotros y nuestras emociones, con nuestro contenido mental, queriendo que no sea el que es… !!pero ES¡¡

 

Dicho esto, el mindfulness da un paso más. No solo se trata de tomar conciencia y no juzgar lo que está sucediendo dentro y fuera de nosotros mismos. El paso siguiente y para mi fundamental, es aprender a tratarnos y recogernos con una actitud amable, en eso que esté sucediendo en el presente, que como decía, no es ni bueno, ni malo, es solo lo que hay, pero que a veces nos hace sufrir.

Y de nuevo, ¿esto qué quiere decir?

Que el sufrimiento no es un accidente, no es algo que tengamos que evitar a toda costa o sino sentirnos infelices o fracasados. Recordemos que vivir implica sentir todo tipo de emociones.

La felicidad no es alcanzar el estatus de bienestar placentero permanente.

El objetivo es aprender a saber relacionarnos desde la amabilidad con el dolor, con el sufrimiento.

Esta es la autocompasión, que sin duda, nos llevará a relacionarnos con el resto del  mundo desde una verdadera actitud compasiva.

Cuando estamos en el presente y este se aleja de nuestros deseos, esto no está ni bien, ni mal. Esto simplemente, puede ser doloroso. Y es en este momento, cuando podemos desarrollar  una habilidad esencial para saber qué hacer con ese dolor, para saber gestionarlo,  sostenerlo, conducirlo y a veces transformarlo.

Así que, !!os lanzo esta reflexión¡¡

¿Aspiráis a que la vida sea como queréis? ¿Aspiráis a sentiros siempre bien? ¿Lo conseguís? ¿Qué os sucede cuando no lo conseguís?

¿No os parece más razonable aprender a gestionaros, consolaros, sosteneros cuando el dolor aparezca en vuestras vidas?

¿Queréis a vuestro lado amigos y seres queridos que os lleven siempre a vivir momentos intensos de felicidad o queréis a personas que os lleven a tener esos momentos, pero también os permitan sentiros mal frente a ciertos acontecimientos y desde la comprensión, paciencia y amor os apoyen en esos momentos?

Entonces ¿Cómo queréis que sea la relación con vosotros mism@s?

 

Claves para disfrutar plenamente de nuestras vacaciones de verano

Claves para disfrutar plenamente de nuestras vacaciones de verano

Julio, Agosto y Septiembre suelen ser los meses en los que la mayoría de los españoles reservamos unos días para parar e irnos de vacaciones. 

Solemos hacerlo con muchas expectativas. Los días previos parecen que se nos hacen largos y tediosos porque ya no podemos esperar más para descansar, desconectar, sentirnos libres de obligaciones y rutinas o acceder a  planes divertidos para los que el resto del año he estado trabajando y ahorrando…

 

Sin embargo y paradójicamente, cuando anticipamos que esas expectativas no se van a ver cumplidas al cien por cien, por ejemplo, porque llevo una racha muy mala con mi pareja y ahora tenemos que hacer como si no pasara nada e irnos juntos cual “familia feliz”, o porque veo que no va a ser tan fácil desconectar del trabajo, etc. o cuando ya en la propias vacaciones confirmo que dichas expectativas no se están efectivamente cumpliendo, generamos una respuesta emocional a veces muy contraria a la esperada en vacaciones: ansiedad, enfado, frustración, etc.

No obstante, en ocasiones ocurre lo contrario, tengo y mantengo las expectativas en todo lo alto, pero precisamente por eso no dejan de asaltarme los pensamientos de que esto es efímero, corto, que tendré que volver, y entonces a pesar de que las expectativas se cumplan, también acaban apareciendo estas emociones de tristeza, desilusión, enfado y frustración.

¿Existe la posibilidad de disfrutar de nuestro periodo vacacional sin tantas emociones incómodas? ¿De una manera más plena?

!!Desde luego¡¡ Aquí os doy algunas claves:

1.- Ajustemos las expectativas iniciales. Enfocar los 11 meses del año como una tortura, llena de incomodidades y cosas que realmente no queremos hacer  para conseguir por fin el premio de dos, tres  semanas o en el  mejor de los casos un  mes de felicidad plena y constante, posiblemente nos lleve a idealizar este periodo del año. Además así nuestra tolerancia a vivir con imprevistos e incomodidades probablemente sea muy baja.  Considerar este enfoque como equivocado y tratar de dar sentido a todos y cada uno, ya no de los meses de nuestra vida, sino de todos los días de nuestra vida (incluido los domingos), nos ayudará a no tener que llegar con la lengua fuera al deseado día 1 de las vacaciones y con una depresión el último día de las mismas.

El resto del año disfrutamos de cosas varias y asumimos también incomodidades varias. En las vacaciones rompemos la rutina y aparece la novedad. Eso es muy llamativo y deseable para el conjunto general de los humanos pero…. la novedad no está exenta de emociones incómodas. Siempre tendremos que asumir que ciertas cosas no transcurrirán de la manera que habíamos planeado, disfrutaremos en mayor grado de los niños, pero también nos agotarán en mayor grado; conviviré más con amigos, pareja, suegr@s, nueras y  yernos etc.,  pero también habrá espacio para mayores roces, etc.

2.- Enfoquemos lo que nos vaya sucediendo desde la actitud de la curiosidad y la aceptación. Si ajustamos las expectativas y entendemos que van a suceder cosas muy deseables pero que también tendremos que seguir lidiando con situaciones que no nos tienen que necesariamente ser cómodas, podremos acceder en mayor medida a esta actitud. Tratemos de observar lo que vaya sucediendo en los acontecimientos y relaciones renunciando a juzgarlos como buenos o malos. Tratemos de salirnos de ese pensamiento mágico y egocentrista en el que creemos que la realidad tiene que ser como yo espero. Lo que veo como bueno es lo deseable y lo que no, no lo es. (La gente en la playa debe dejar un hueco, no debe correr, la suegra debe tratar de facilitar la convivencia, mi pareja por una vez debe dejar el móvil aparcado en vacaciones, mis hijos deben dejar de pelearse, valorar y dejar de pedir, el restaurante debería ser más serio en el número de reservas que permiten y dar mejor servicio, el tiempo debería darnos tregua, el coche debería de no estropearse tras una revisión previa a las vacaciones, mis amigos deberían ser tolerantes y transigir con el grupo, mi amiga debería no ser tan pesada, etc).

Las cosas son como son, y las cosas suceden como suceden, más allá de mis preferencias o expectativas. Dejar de pelearnos con la realidad nos ayudará a aceptarla mejor y verla desde el prisma de la curiosidad. ¿Por qué suceden las cosas así? ¿Qué hay aquí para mí? ¿Puedo extraer algo de todo esto?

3.- Renunciar es algo también muy importante. Cuando queremos que las vacaciones de dos, tres semanas cubran toda la felicidad que no he tenido en un año (aquí ya vemos un muy mal ajuste de expectativas), entonces me va a ser muy dificil renunciar a ciertas cosas y me será también muy difícil valorar todo lo que pueda ir sucediendo en vacaciones, dejando un regustillo a insatisfacción. Así por ejemplo, si quiero quedar con toda esa gente que no me suele dar tiempo, pero también quiero hacer las cosas de casa que…, pero también quiero no hacer nada y descansar, pero también quiero ir a un sitio y verlo TODO,  pero quiero tener tiempo por fin de calidad con mis hijos pero también como mi pareja, etc. es evidente que acabaré con una sensación de frustración importante, porque no me dará tiempo a todo, porque estaré pensando que estoy tachando algo de la lista pero me quedan otras no sé cuantas, etc. Renunciar es importante y me ayudará a estar en el presente de lo que hay y a mirarlo con curiosidad. No está habiendo esto, pero si esto otro, !voy a vivirlo¡

4.- Atención plena. Cuando ajusto expectativas y conecto con lo que está sucediendo, sin pelearme con ello, porque no debería de ser de otra manera, sino tal y como está siendo y además siento que no debería estar cumpliendo multitud de otras cosas sino que estoy donde tengo que estar, todo esto me ayuda además a apegarme a la experiencia, tomar conciencia de ella y disfrutarla. Esto solemos hacerlo muy bien con situaciones dolorosas. Ahí sabemos focalizar y meternos de lleno en el dolor, pero ¿qué hay de las situaciones agradables en las que solemos dejarnos llevar y vivimos casi en automático? !Desconectar el automatismo¡ Ser conscientes y apegaros a las sensaciones de las pequeñas cosas…Cómo nos sentimos en el cuerpo y en el corazón cuando abrimos un ojo sin despertador, la brisa en la cara, el olor de la playa o montaña, los rayos de sol en mi piel, las risas de los niños, el sabor del plato, etc.

5.- Aprendamos a soltar. Tan importante es vivir los momento con consciencia plena como estar dispuestos a dejarlos ir. La vida es pura impermanencia. Estos momentos se irán, ¿y qué? Estemos abiertos a lo que viene, nuestro bienestar está en abrirnos a la experiencia y acogerla, no en aferrarnos a aquello que ahora mismo me está saciando. Nada sacia o satisface eternamente. Cerremos puertas para abrir otras.   Pero antes de cerrar sintámonos agradecidos a la vida por haberme brindado este momento plácido  de bienestar.

6.- Practiquemos la autocompasión y la asertividad. Estos dos conceptos van muy de la mano. Escuchemonos, oigamos lo que necesitamos y expresemoslo, busquemoslo, eso nos ayudará a mantener el equilibrio en las relaciones. Es muy difícil que pueda sentirme bien estando acompañada cuando considero, por otro lado,  que esa compañia va a suponer una amenaza a mi bienestar. Cuando estoy más pendiente de cubrir las necesidades de los demás que las mías, me lleno al final de ansiedad y miedo por no poder conseguirlo o por el desgaste que supone. Otra posibilidad no excluyente, es llenarme de resentimiento hacia los demás  ya que,  aún muchas veces sin ellos saberlo, les consideramos los responsables de no  poder tener unas vacaciones tranquilas y en paz.

Por ello, tratemos de poner los límites que necesitemos para cuidarnos y aprendamos a no juzgarnos o castigarnos por la dificultad que pueda acarrear ser juzgados o sentir que decepcionamos. Aprendamos a apoyarnos y acompañarnos en el dolor, pero sin deslegitimarnos.

 

¿Qué encierra este dolor para mí?

¿Qué encierra este dolor para mí?

“Una infelicidad no es nunca maravillosa. Es un fango helado, un lodo negro, una escara de dolor que nos obliga a hacer una elección: someternos o superarlo. La resiliencia define el resorte de aquellos que, luego de recibir el golpe, pudieron superarlo”.

Hoy quiero reflexionar sobre esta capacidad que tenemos los seres humanos frente a la adversidad.

Es una respuesta humana frente a la pérdida de una relación, de un ser querido, de una meta vital importante o el dolor por el rechazo, por el fracaso, etc. tener una reacción de dolor, enfado y negación, llevándonos a preguntas de ¿por qué a mí? o a enjuiciarnos como personas “inadecuadas” “insuficientes” o “indignas”…

Sí, es humano y a todos nos pasa en alguna medida, y sobre todo como primera respuesta emocional, pero a veces se nos olvida que la vida no es ni un regalo, ni una fiesta, ni un viaje cómodo sin baches ni curvas, ni altibajos.

Vivimos en una era donde desafiamos la idea de la mortalidad, morir es injusto e inusual si no se produce en la década de los 90 de forma apacible con los sueños realizados.

Vivimos en una era donde el que no es feliz es porque no quiere, tenemos libertad y si no podemos luchar por ella; tenemos oportunidades y si no podemos luchar por ellas…

Podría hacer una lista interminable de la cantidad de cosas y aspectos que hemos cambiado en nuestra percepción de la vida en los últimos, aproximadamente 40 años, frente a milenios de existencia.

Ya no sobrevivimos, eso ya no es suficiente. Nuestros antepasados y abuelos trataban de no ser infelices con toda la dureza de la vida y ahora el no ser feliz con todo lo que podemos aspirar y controlar en esta vida, es la nueva infelicidad.

Es muy cruel, pero es así.

Cuanto más creemos que controlamos, que más poder tenemos sobre los acontecimientos, menos toleramos que cosas desagradables nos sucedan.

Nos cuestionamos ¿por qué somos así?, ¿por qué tenemos que sobrellevar y vivir con ciertas dificultades, limitaciones o incluso “taras”?, ¿ por qué no podemos tener el cuerpo que queramos, por qué tenemos que envejecer?, ¿por qué no podemos ser lxs mejores en nuestro trabajo, pero sin renunciar a otras metas vitales como la crianza?, ¿por qué yo si quiero no puedo ser madre/padre?, ¿por qué he tenido que perder a este ser querido sino había llegado a la última etapa de su vida y yo aún le necesitaba?, !!¿por qué tengo dificultades?¡¡ ¿por qué esta persona me rechaza?, ¿por qué yo no soy capaz de hacer que me quiera?…etc., etc.

Todos estos porqués encierran un mismo dilema,

¿ por qué no puedo controlar que las cosas sean como quiero y por qué tengo que sufrir?

Todos estos porqués no me llevan a aceptar las cosas como son, no me llevan a atravesar el dolor y aprender de él, me peleo, pero no crezco, me quedo atrapada en la insatisfacción, en el auto rechazo, en el enfado crónico…

Todo esto no es más que enjuiciamiento,

las cosas no son buenas o malas

Las cosas son, suceden¡¡

No siempre está en mis manos que no sea así…

¿Entonces no hay libre albedrío ni responsabilidad?

!Si la hay¡

La actitud de lidiar con las cosas como son, es MI responsabilidad

A veces duelen,

Mucho

Pero quizás la clave no está en pelearme con ese dolor…

Está en aprender a apoyarse en el dolor, aprender a ser bondadosos con uno mismo.

Cuanto sufro…

Pero ¿QUÉ HAY AQUÍ PARA MI?

Esta creo que es la mejor de las preguntas que nos podemos hacer ante una experiencia dolorosa, ante nuestro propio dolor…¿qué me dice, qué me cuenta este dolor, qué me va a hacer valorar, aprender, qué lección me va a enseñar…?.

 

El Don y el Coraje de las emociones

El Don y el Coraje de las emociones

La psicóloga Susan David nos expone en estos escasos 17 minutos las siguientes ideas centrales:

  • La belleza de la vida es inseparable de su fragilidad: somos jóvenes hasta que no lo somos, caminamos de manera  sexy por las calles hasta que nos damos cuenta que somos invisibles, estamos sanos hasta que un diagnóstico nos doblega. Lo único cierto es la incertidumbre.
  • Un tercio, ¡un tercio¡, de una muestra de 70.000 personas se juzgaban así mismos por tener “malas emociones”
  • A los niños fracasamos en ayudarlos precipitándoles a soluciones para no tener emociones naturales y normales que ahora vemos como buenas o como malas, pero que son intrínsecamente buenas porque nos aportan mucha información.
  • Ser positivo se ha convertido en una nueva forma de rectitud moral¡¡
  • Es una tiranía de la positividad’¡¡ Es cruel, malvada e ineficaz nos lo hacemos a nosotros  y a los demás…
  • Los psicólogos sabemos y transmitimos que las emociones que se niegan se hacen más fuertes . Tu piensas que las controlas pero ellas te controlarán, el dolor interno siempre saldrá a la luz
  • Cientos de personas me han dicho que no quieren sentir, dicen cosas como: “No quiero intentarlo porque no quiero sentirme decepcionada” o “quiero que este sentimiento desaparezca” “Entiendo” les digo, “pero usted tiene metas de una persona muerta” Solo a las personas muertas no les molestan sus emociones indeseables, solo los muertos se estresan, se les rompe el corazón, no experimentan la decepción que viene del fracaso…
  • Las emociones indeseables forman parte del contrato con la vida, la aflicción es la tarifa de entrada a una vida significativa

Sin mencionar la palabra compasión, Susan David nos da una espléndida definición de la misma.

Cuando nos permitimos sentir, conseguimos no identificarnos con la emoción, sólo entender qué información nos aporta esa emoción sobre nosotr@s mism@s, y entonces….nos conseguimos ver¡¡¡ Nos entendemos y conseguimos encontrar nuestro camino, saber hacia donde dirigirnos.

Al escucharnos de verdad, sin juicios y sosteniendo todo el miedo que supone permitir sentir, conseguimos descubrir nuestros verdaderos valores¡¡¡ El coraje de sentir, la valentía de sentir nos lleva a poder vernos y guiarnos más allá del miedo y la necesidad de ser amados a cualquier precio y esto a la vez, nos lleva a poder ver y conectar con los otros de una manera mucho más genuina. La conexión con uno mismo y con los demás nace de la aceptación radical de las emociones.

 

 

 

 

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